Por diversos motivos Rubén, JA-43, Karlos, Zezu y yo decidimos salir este sábado. Estábamos reunidos en el parque de siempre discutiendo la ruta que haríamos, con miedo al estado del terreno debido a las fuertes lluvias de toda la semana. Al final Rubén tomó el mando y nos marcó la ruta.
Una ruta que nos descubrió D.H. un miércoles creo, allí por Vallromanes. Comenzamos calentando como siempre, y yo sobre todo el hocico, porque no paraba de hablar con Rubén. Pronto me di cuenta que sería mejor reservar algunas palabras, porque estaba perdiendo oxígeno que necesitaría más adelante.
Nos dirigimos a Vallromanes, al principio todo carretera, por el polígono y luego la que va paralela a la riera, creo. Y decidimos entrar por la puerta grande, es decir, por la trialera de los famosos escalones de medio metro. Unas raíces con muy mala leche que aparecen de repente con unas curvas pronunciadas.
Lo hicimos a un ritmo muy bueno, bastante alto, comparado con el que solemos llevar los domingos. Y lo mejor de todo, que paramos muy poco, así tendríamos tiempo de tapear más adelante.
Como nadie se postulaba para hacer de macho alfa, decidí tomar esa responsabilidad al inicio de la trialera, ya que Fernando no estaba (con tu permiso máquina!). Y marqué el ritmo de la subida hasta que en un punto decidí esperar al grupo antes de iniciar el ataque de las malditas raíces.
Cuando los 4 jinetes del apocalipsis aparecieron, continuaron la marcha y yo ajusté el arnés de la cámara y fui en su búsqueda. Antes de las raíces ya topamos con un repecho corto, pero con 2 surcos muy gordos que nos hicieron poner pie a tierra a todos. Yo di la vuelta para repetirlo pero volví a poner pie a tierra (tenías razón Rubén, estaba muy mal). Después de mi intento frustrado en este punto, continué la marcha y comencé a coger a los compañeros que habían salido antes, estaban parados en las curvas, no sé si por el cansancio o porque habían hecho honor a piecitos Rubén. Pero me asesoraban por donde era mejor tomar las curvas. Y de pronto aparece la zona más compleja, un repecho duro con escalones elevados y raíces muy gruesas. Que se inicia después de una curva de izquierdas. Allí salvé la primera parte dura y en la siguiente estaba Karlos parado. ÉL me gritó, “por aquí!, por aquí!”, pero como estaba justo en ese sitio, pensé que si iba por ese lado le daría con el manillar y decidí intentarlo por la izquierda. Consigo pasar este pedazo de obstáculo por la izquierda, el lado más difícil, y luego el tercero había que hacerlo por la derecha. La bici me quedó en diagonal y ahí ya no pude encararlo bien, y caí hacia el lado izquierdo.
Me jodí el tobillo como siempre pero mucho más el orgullo. Y me tocó apartarme para poder grabar al resto del grupo. Y sólo Juan Antonio lo logró. Lo hizo perfecto, sin titubeos. Estuvo superlativo.
Una vez acabamos la subida nos dirigimos a las bajadas que nos enseño D.H. que hay por Vallromanes, al iniciarlas, yo tuve 2 sustos importantes, y casi salgo volando. Por culpa de alguna zona suelta que encontré, maltrecha por las lluvias. Y eso me perjudicó para tramos posteriores. Hicimos la primera parte mucho más rápido que la otra vez. Lo malo que en un punto nos equivocamos y tomamos el lado izquierdo, cuando el bueno era el derecho, que tenía un surco muy pronunciado, con muy mala pinta. Las lluvias habían perjudicado mucho esta zona. Y yo cuando pasé por allí también pensé que por ese lado no podía ser, porque estaba muy mal. Y tuvimos que hacer a pie una zona, porque había un salto enorme.
Yo en la bajada que tenía un arbolito a la izquierda y muchas raíces a la derecha me lo pensé mucho para tirarme, por culpa de mis sustos anteriores. Aunque al final lo hice por las raíces. El resto del grupo se tiró sin problemas. Yo estaba tocado psicológicamente y no disfruté esta parte. Luego en otra bajada que tiene muchas raíces a la izquierda vi como Karlos entró cruzado y tuvo que sacar el pie. Y eso me acojonó aún más, entré sin encalar (porque soy un negado para arrancar y poner rápido el pie) y al iniciar ya tuve que sacar el pie. Buff qué mal se me dio este trozo!
No era mi día bajando, tengo una espina clavada. Tengo que volver!
Al acabar el descenso fuimos al “subidón” del día. Se inicia por una zona de mucha arena, y luego son curvas infernales con porcentajes muy altos de desnivel. Con el agravante de que al salir de cada curva casi siempre sólo hay un lado bueno y como no lo sepas tienes un 99% de posibilidades de poner pie a tierra.
La subida la inició Rubén y yo iba detrás de él. En las primeras de cambio ya cometió su primer error y lo pude pasar, y pronto me encontré con la primera dificultad; un tramo que tienes que hacerlo por la derecha muy pegadito al borde porque el surco que hay en la izquierda parece una fosa de cadáveres. Por suerte lo hice bien y pude pasarlo sin problemas. Pero no sin apretar los dientes. Y a partir de aquí comencé a subir el ritmo. Mis pulsaciones iban aumentando a cada pedalada, poco a poco avanzaba y pensaba en lo bien que lo estaba haciendo, incluso creí que lo haría del tirón sin poner pie a tierra. Pero no fue así, en 2 sitios perdí la tracción trasera e hice pedaladas en vacío, esas que haces a toda potencia, sin que la bici se mueva. Por culpa de un exceso de arena suelta y de no gestionar bien el peso sobre la bici.
Ahí creo que gasté mucha energía y algunos euros de goma, ya que hice un surco nuevo en plena subida. Después de poner pie a tierra avanzaba un poco para volver a subir en la bici. No quería perder ni un segundo ya que Rubén venía por detrás y no quería que me cogiera. Era una lucha contra los elementos, tanto los de la naturaleza como los humanos. Mis ansias de superación no me dejaban descansar y cada vez apretaba más y más. Los decibelios de mi respiración cada vez eran más altos, la demanda de oxígeno también. Pero aquí me di cuenta que el entrenamiento de series que hago los miércoles en el gimnasio está dando sus primeros frutos. Porque a pesar de sentir la fatiga, era capaz de mantener ese ritmo.
En seguida me encontré con una zona que me resultaba familiar, donde DH nos gritó: ¡por la izquierda, por la izquierda! ¡Pegados al árbol!..
Y estaba alucinado, pensando que era imposible que ya me encontrara ahí, porque la otra vez se me hizo larguísima la subida. Y decidí tirar por ese lado del árbol y sí! Era el lado bueno. Gracias DH! Luego llegó otra zona en la que me sonaba que había trampa. Pero aquí no me acordaba por donde era y me fui directo a la boca del lobo, lo hice por la izquierda cuando el lado bueno es el derecho. Buf, con lo cansado que iba y veo que me equivoco, aunque intento superar un tobogán de cojones que es inhumano, y plas, a poner pie otra vez. Avanzo unos metros e intento continuar, pero mi torpeza me impide encalar el pie derecho, 1 intento 2 intentos 3,4,5, joder! El cansancio no me deja actuar con serenidad y soy incapaz de enganchar el pie en plena ascensión y pronto comienzo a oír el aliento de piecitos y clas! Encalo por arte de magia. Pongo el turbo y voy camino de la gloria o el paro cardíaco, jajaja. Y tocó la gloria. Consigo coronar primero un “matamachos” de verdad (no como el de Collserola). Y espero la llegada del resto del grupo.
Al cabo de un rato aparece mi fiel compañero de fatigas Rubén, chocamos las manos como lo hacen los caballeros después de una dura contienda. Aquí toca paz y gloria después de una dura batalla. Le comento a Rubén que ahora sí que toca comer algo, ya que al inicio de la subida no era una buena idea. Y como el trío calaveras no venía, nos da tiempo a engullir un poco de sustancia.
Al final aparecen juntos los 3 mosqueteros, JA, Karlos y Zezu. Parece ser que en plena subida incluso pararon para miccionar un poco y así aprovecharon también para recuperarse.
Karlos nos comenta que ha sufrido mucho y yo le expongo que la otra vez que salimos juntos lo hizo muy bien y estaba mucho más fuerte. Pero él cree que el tipo de subida le había perjudicado mucho, al ser técnica. Y que si hubiera sido pista ancha lo hubiera hecho mejor. Tranquilo Karlos, las sensaciones pueden variar mucho de un día para otro. Mírame a mí en esas 2 bajadas, que parecía una nenaza. Y el otro día las hice bien.
Después de este gran esfuerzo planeamos lo que queda de ruta y se decide hacer las tres trialeras. Y para llegar a ellas tenemos que superar 2 rampones de auténtico vértigo. El primero era una auténtica pared en mitad de la montaña. Al igual que en el subidón del día, Rubén hace una avanzadilla y yo voy detrás suyo. Él va escorado a la izquierda y yo voy más centrado. En cuanto aquello se puso muy feo, Rubén perdió la tracción y tuvo que arrodillarse ante aquel “gigante”; y yo al ver aquello pensé que o echaba el resto, o también sería carne para tiburones. Y por eso saqué los pistones a trabajar y reventé metafóricamente las bielas para plantar la bandera en lo alto de la cima.
Oh my god! Pensé. La satisfacción que me dio superar aquel reto, me quitó de golpe el cansancio que llevaba. Fue una inyección de moral y de fuerzas. Al menos me quitó la espina clavada por mi penosa actuación en los descensos.
Luego me giré para ver qué tal les fue al resto de componentes, pero al igual que le pasó a Rubén, no pudieron plantar su bandera, y supongo que tienen una cuenta pendiente con esta zona.
Lo bueno de esto es que luego teníamos otro reto seguido, otro rampote impresionante, aunque con menos desnivel que el anterior, pero más largo. Y aquí todos triunfamos como Esteso y Pajares en el bingo “Los Billares”. Esta rampa te obliga a tener el ojete justo en la puntita del sillín, para no volcar hacia atrás. Porque el desnivel es enorme y más continuado. Es un sanador de almorranas jajaja.
Y después de esto, continuamos ascendiendo, con un nivel más relajado y llegamos a las 3 trialeras.
En la bajada que es pista ancha, el terreno estaba muy roto, con muchas piedras, y surcos, parecía que estaban a punto de cultivar algo. Pero a JA y Karlos no les importaba y se lanzaron como lo hacen los halcones en busca de su presa, poniendo a prueba sus máquinas. A mí que me va la jarana, también me pongo loco y en un punto caigo en un reguero y decido que o suelto los frenos o me mato, y pude pasarlo, no sin los huevos en la garganta. Luego cuando la cosa se estrecha y hay un salto, entran JA y Karlos como cuchillos en la mantequilla, buff que miedo pasé cuando pensaba que podían salir volando si no hilaban fino.
Luego tuvimos que poner nuestros culos en remojo en más de una ocasión, porque había una zona que parecía un riachuelo y el agua saltaba por todos los lados. Era un mal día para pasar por esta zona.
Cuando vimos el barro de nuestras bicis decidimos que había que lavarlas en alguna gasolinera, y así fue. Y de camino a esa gasolinera por la carretera de la roca nos encontramos con 2 ciclistas de carretera que nos pasaron. Y yo y JA nos picamos con ellos, yo me pongo en paralelo con uno, para que luego no pudiera decir que le estaba chupando rueda. Y así estuvimos hasta la gasolinera. No sé qué velocidad cogimos, pero íbamos muy deprisa.
Al retomar la marcha al cabo del rato me di cuenta que me había dejado los guantes y tuve que volver cagando leches a por ellos. Y por suerte allí estaban donde los dejé. Por último destacar que hubo sprint y que en el “Cefe” se portaron como siempre. Tapas por doquier! También tuvimos la suerte de los 43 tacos de nuestro amigo Juan Antonio, ya que nos invitó a todos. Felicidades y gracias.
Aquí acaba mi crónica, relato o lo que sea.