Una salida más al GR5 de 6 panZetas ilusionados en mejorar su técnica y buscando diversión. Rubén, Iván, Karlitos y yo (Zezu) cojimos el tren a las 6h47 para coincidir con Jorge que salió desde Sants. Albert fué directamente con su coche. Nos sorprendió el frío que hacía en Aiguafreda al llegar pero se tornó en calor con el tiempo y el esfuerzo. La ascensión la realizamos por donde nos enseñó Ceporrillo: 13Km que no recordaba tan duros. Karlitos sufrió tras varias semanas sin rodar por la montaña y todavía resentido de sus recientes lesiones y problemas. Aún así fué capaz de subir con el grupo, siempre unido, y hacer los pocos descansos que hicimos para el fuerte ritmo de subida: 1h50m en llegar al Pla de la Calma. Incluso Rubén sugirió hacer 2veces el GR5 subiendo la segunda vez por la ruta directa por lo pronto que era.
En "la taberna" nos relajamos un poco más y conversamos mientras tomabamos nuestras barritas y nos hidratabamos, todavía con agua. En el punto más alto, poco más allá, nos pusimos las protecciones para iniciar el descenso. Tras rodar relajadamente por el Pla de la Calma (tenía que frenar para no separarme) llegamos al restaurant y comenzó la fiesta. Albert y Rubén, ya unos expertos en salto, no dudaron en hacerlo desde la plataforma a la hierba. Troquel, que tenía ganas de estrenarse, lo hizo con decisión y un suave aterrizaje pero no así Jorge, que dudo algo justo antes de su primer intento, lo que provocó que cayera sobre su rueda delantera en mal ángulo y perdiera el control de su máquina. Como siempre, no se arrugó y lo repitió de nuevo con éxito. Karlitos y yo nos abstuvimos.
Bajando del restaurant hacia el GR5 surgió el primer imprevisto: reventón en mi rueda trasera. Albert, que es un máquina, ya había bajado los escalones y dejó la bici abajo cuando le avisamos. El sol ya molestaba y había que reparar la rueda a la sombra. Una vez reparado el pinchazo, reiniciamos el descenso sin problemas y bajando todos los escalones y saltando los diferentes obstáculos.
Como tenía claro que Albert y Rubén querrían saltarlo todo y, probablemente, Jorge también les dije que fueran ellos delante marcando el ritmo y Troquel, Karlitos y yo les seguíamos. Así fué pero 1Km más abajo volví a pinchar mi rueda trasera. Nueva parada que, además de retrasarnos, nos impedía alcanzar el deseado "flow".
Tras reanudar de nuevo el descenso, llegamos a la primera zona crítica: las grandes piedras con escalones, raíces y plataformas. Albert ya estaba abajo cuando yo llegué. Creo que Rubén es el único que le vió bajar pero lo hizo sin problemas a pesar de que es una zona cambiante con la lluvia y puedes encontrarte con una sorpresa. Es evidente que tiene habilidad con la bicicleta y muchas ganas de evolucionar. Jorge también lo intentó y, una vez más, nos sorprendió a todos con su técnica y pelotas ya que bajó el primer tramo y, sin hacer pié, quedó en equilibrio un par de segundos antes de atacar la plataforma que tiene una mala recepción y raíces que complican aún más el tema...y todo con una rígida y una horquilla de 100mm. El último en intentarlo fué Troquel que hizo un pie en el centro por el rebote que le hizo su máquina (lleva muy blanda la suspensión) pero terminó bien el tramo.
Terminada la zona más difícil reanudamos la marcha y llegamos a la zona de raíces donde Albert, que se había escapado unos metros del grupo, sufrió una fuerte caída. Nosotros sólo lo vimos en el suelo unos metros más allá. Había un enorme escalón con una enorme raíz aérea cortada y la recepción en V era realmente estrecha. Imagino que, tras el salto, cayó en la zona de pendiente y la rueda patinó. Sonriente como siempre dijo no haberse hecho daño y continuamos hacia abajo pero en el bar nos enseñó sus costillas. La herida, aparente superficial, tardará días en curarse.
Contentos de que, según nos decía Albert, no se hubiera hecho daño y animados por el éxito obtenido por varios de nuestros compañeros, retomamos el descenso a buen ritmo con continuos saltos de los que iban en cabeza hasta que llegamos al tramo de piedras sueltas donde volví a pinchar por tercera vez. Como Albert ya había terminado su agua y recordaba que había una fuente por allí Rubén, Jorge y él se adelantaron a buscar agua mientras los demás reparabamos el pinchazo. Incluso comprobamos la presión con un manómetro que llevaba Jorge porque no nos explicabamos tanto pinchazo y suponían, equivocadamente, que llevaba poca presión. Al menos pudimos beber agua fresca pero, una vez más, nos había "cortado el rollo".
Troquel, Karlos y yo no conseguíamos esa "unión" con la bicicleta que te hace bajar mejor y más seguro. Imagino que la culpa fué por tanta interrupción aunque yo nunca había encontrado tan difícil el GR5. Por fin, llegamos al doble salto que Albert hizo sin parar y sin problemas. Es lo que hay. Rubén lo realizó con éxito también y Jorge se torció un poco pero lo hizo bien para ser su primera vez. Troquel tenía ganas pero no lo veía y optó por abstenerse. Tras filmar y comentar los saltos nos dimos cuenta de que Albert llevaba la rueda trasera pinchada. Acababa de estrenar una tubeless y probamos a hincharla tras ver el líquido taponando el agujero pero de poco sirvió porque poco más abajo había perdido presión. Comprobamos que perdía por dos sitios y la volvimos a hinchar para llegar hasta el final pero desde allí al bar tuvo que ir caminando para no perder el tiempo.
Un descenso atípico que no dejó el buen sabor de boca de otras ocasiones y que no pudimos repetir, entre otras cosas, por el mucho tiempo perdido con los pinchazos. Habrá que volver. Eso sí, hubo tiempo de dos rondas que a todos nos supieron a gloria bendita.
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