El porque del tiempo perdido o mejor
dicho por que el tiempo se nos hecho encima.
El ascenso de Sant Celoni a la cima del
turó fue más rápido de lo esperado, lo digo según mis cálculos
por la experiencia de dos años antes cuando Antonio DH y yo subimos
al Turo de l'Home, lo hicimos en 04:50 horas, yo calcule que como
mínimo tardaríamos lo mismo, y no fue así, pues el primer pelotón
llego en 4 horas y el segundo en 4 horas 15 minutos.
Ese primer calculo ya hizo que
tuviéremos como mínimo 30 minutos de adelanto sobre el tiempo
estimado para poder hacer toda la salida.
El primer problema, por llamarle de
alguna forma, fue el tiempo que nos pasemos en la cima, que según el
reloj del GPS, estuvimos 35 minutos entre descansar, hacer fotos y
comer alguna cosa.
El segundo problema, por llamarle de
alguna forma, fue encontrar tanta nieve en el descenso por la Fageda
Gran, que según la consulta que he podido sacar del GPS, ese tramo
de escasos 5 km lo hicimos a una media de 5km, que fue casi la misma
media que se hizo en el ascenso al Turó, el tiempo invertido en esos
5 km fue de casi 55 minutos.
El total del descanso en la cima y la
poca velocidad que tuvimos en esos 5 km fue de 1 hora y 30 minutos
cuando según los cálculos estimados era de 15 minutos en la cima y
30 minutos del primer descenso total 45 minutos y el resto del tiempo era el que
hubiéramos invertido en el otro descenso que teníamos planteado y que no pudimos hacer.
Hola Companys,
¿Como estáis chicos? aquí os dejo los datos técnicos de esta bestial salida de hoy al Turó del l'Home.
La pena ha sido no poder hacer toda la salida planeada.
Aquí os dejo el enlace de Wikiloc :
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2528838
Jorge
Enlace de las Fotos echas por Jorge, pulsa
aquí para ir a la página.
RAMBO
Fotos:
Vídeos:
La crónica personal de Rambo:
Queridos drugos, aquí me tenéis otra vez dispuesto a narrar
esta bella historia, que para el deleite de todos los que asistimos, nos
convertiría en héroes por un día. Sólo con acabar la ruta ya te da derecho a
entrar directamente en cualquier cuerpo de operaciones especiales; ya sean los
navy seals, los boinas verdes o la legión. Y sin la necesidad de hacer las
pruebas de preselección. Directamente por la puerta grande.
Aunque tal vez Paraca ya no necesite este diploma, ya que él
sabe de buena tinta lo que es la lucha en el cuerpo a cuerpo.
La mañana comenzaba bien, los 11 valientes a las 06:58 en
punto en la estación de Mollet preparados para la batalla. No importaba haberse
levantado con sólo 20 minutos para prepararse, como le pasó a Karlos. Él sabía
que no podía dejar a sus compañeros en inferioridad numérica ante el enemigo,
que en este caso sería el enorme desnivel acumulado de metros que nos
encontraríamos desde Sant Celoni hasta el pico del Turó de l’home. Y por eso se
vistió rápido y cogió algo para comer en el tren, unas galletas y frutos secos.
Una vez subidos al transporte que nos serviría de lanzadera
para llegar a Sant Celoni, el grupo se dividió en 2. Los listos y los
despistados. Yo por suerte quedé en el de los listos junto a Zezu, DH y Karlos.
Y por eso nos tocó el vagón de las tías “buenorras”. Aquello era una jungla de
sirenas dispuestas a seducirnos. Se oían susurros y melodías de aquellas “nínfulas”
que nos embaucaban para que nos quedáramos con ellas.
Aún se podía oler el ácido úrico de sus braguitas, y el perfume
a nube de feria que desprendían sus jóvenes y tersas pieles. Ummm, tentador,
pero nuestra fuerza de voluntad es de acero y cuando toca estar con los
PanZetas, lo demás ya no es prioritario. Ni si quiera el ver esas bocas
abiertas babeando mientras dormían o esas piernas que se abrían con el balanceo
del tren, vestidas únicamente con unas finas medias y una minifalda…. Bueno
dejo el relato erótico para otro día que se me va la olla….jajajaja
Cuando bajamos del tren vimos que el día prometía. La
temperatura no era la idónea, pero ya no hacía tanto frío como otros días. Y
algunos ya estábamos a tono con tanta carne. Otros necesitaron más tiempo, ya
que se equivocaron de vagón.
Comenzamos a pedalear en grupo, intercambiando opiniones.
Haciendo piña. Y de repente a Joan le da un ataque de no sé qué y se pone en
cabeza a tirar del grupo como loco. Yo que no sé lo que significa dosificar
marcho tras él y de paso hablamos de mi lesión y el deporte. También aprovecho
para preguntarle por ese cambio de ritmo y me comenta que necesitaba entrar en
calor. Y por eso al poco rato decidimos aflojar, porque de lo contrario
estaríamos cavando nuestra tumba demasiado pronto.
De momento todo perfecto sin problemas, pista ancha aunque
de vez en cuando picaba para arriba con mala leche, pero bueno, es lo que hay
cuando atacas una montaña de 1700 metros de altura. Casi nada!
Seguimos rodando y nos encontramos con un cambio de terreno,
unos desniveles infernales que ponen en apuros al comando, el enemigo consigue
su objetivo, separarnos para debilitar al grupo. Yo que iba con Frenando en
cabeza decido parar a inmortalizar aquella escabechina. Grabo a los PanZetas 1
por 1, mirándoles a la cara, y os aseguro que vi miedo en algunos rostros. Unos
desniveles del 25% tenían parte de culpa. Y por eso grité, a mí la legión! Pero
García no apareció y temí lo peor. Por suerte todos fueron pasando montados en
sus queridas burricletas. Lo mismo pasaba una RR que una Spec. Pero lo
importante es que pasaban todas.
Cuando el último de los miembros pasó yo tomé la mía y me
puse en marcha. Y como me cuesta dosificar pues cuando veo un culo delante voy
directo a por él, y así pasé uno a uno hasta llegar a Frenando que iba alejado
del grupo. Hay que decir que me esperaba, y le agradezco que no subiera el ritmo
ahí, porque yo ya había gastado muchas fuerzas que me perjudicarían
posteriormente como contaré más adelante.
Pasadas estas rampas del infierno, que por cierto, me
recordaron a la subida del Turó Rodó. Paramos Frenando y yo para esperar al
resto. Allí Troquel anima al grupo a comer y de paso aligerar el uniforme, que el calor del
esfuerzo ya pasaba factura. Pero yo no tenía hambre y creía que era pronto para
eso y sólo comí una pequeña barrita, que a la postre sería mi ruina, porque
había desayunado muy poco en casa. Y eso me daría una lección que no olvidaré
nunca. Hay que mantener el nivel de glucógeno o estás perdido.
Seguimos la ruta establecida y conseguimos romper la
monotonía enlazando con un sendero muy bonito, y a la vez un poco técnico por
las piedras y troncos que había en el suelo. Karlos sabe bien de lo que hablo
porque al comienzo ya tuvo que poner pie a tierra por culpa de un tronco, que
al desplazarlo con su rueda se fue a por mí, y estuvo a punto de hacerme caer.
Suerte que lo esquivé. Aunque más adelante en un punto donde Joan estaba a la
derecha, yo pasé por la izquierda y me comí unas ramas que no me dejaron ver lo
que había en el suelo y por desgracia para mí topé con una piedra que me obligó
a sentarme en las hojas, y mira que yo no quería… jejeje. Pero fue una caída
suave, suave, 0 heridas.
Pasado este sendero volvía el camino fácil pero duro, porque
allí no había ni 10 metros de bajada para darte un descansillo. Era una subida
constante y pilona, que nos amartillaba las piernas y la cabeza. Por eso en una
rampa de gran desnivel al llegar a lo más alto, paré para alentar a la tropa y
dar ánimos al grito de “Hay unas putas pagadas en lo alto!”. Esa era mi
esperanza al regalo intangible de Marc, que aún estoy esperando (eh!!!)
Y entonces ya comenzamos a avistar la antena que está justo
al lado de lo más alto del Turó de l’home. Toda esa subida es de pista ancha,
sin problema técnico. Aunque un auténtico martirio, porque los metros que
quedaban por subir eran muchos, y esa resta de metros acumulados era más lenta
que la construcción de la Sagrada Familia.
Llegó un momento que Frenando se puso en cabeza a lo suyo, tirar,
tirar y tirar. Karlos iba como un campeón tras él y yo sudando de lo lindo
para seguirlos. Joan creo que también venía por aquí. Aunque luego creo que
Frenando ya se escapó y quedamos Karlos y yo en su búsqueda. Yo ya notaba algo
raro en mi pierna izquierda. Daba amagos de pinchazos. Y caí en la cuenta que
estaba en reserva de gasolina. Peligro! Peligro! Gritaba mi cuerpo. Pero Karlos
no tenía compasión y seguía imponiendo un ritmo al estilo de Miguel Induráin.
Yo estaba al borde del Ko, y sabía que tenía que comer algo o abandonaba. Por
eso le dije a Karlos que tenía que comer y se apiadó de mí y paró. Menudo
máquina está hecho, era Miguelón! De verdad.
Allí paramos a comer algo y esperar al resto. Fueron llegando, pero Frenando iba a lo suyo,
yo pensé en coña que subiría hasta el final y luego daría la vuelta. Aunque
seguro que sería capaz! Por mucha broma que pareciera. Creo que por aquí estábamos
por los 900 metros de altura. Imaginad mi sufrimiento! Al final Frenando volvió. Este tipo no es
humano, debe ser un ciborg a prueba del ejército, con el cual hacen pruebas con
nosotros para ver si es capaz de pasar desapercibido en la población civil.
DH, Paraca y Ramón pararon más abajo donde había un lago.
También aprovecharon para comer, ya que con el cansancio que teníamos no
pensamos en bajar a buscarlos. No somos Frenando, por desgracia. Allí apareció
un biker en solitario llamado Paco, que pertenece a la peña “Els cabres de
Montnegre”. Un tipo muy simpático que nos hizo algunas fotos y que nos
encontraríamos más tarde y así nos acompañaría en esta locura (es un enfermo
como nosotros).
Una vez reanudamos seguimos dirección al mirador de
Guaitadores (creo que se llama así). Y aprovechamos para hacer más fotos.
Cualquier descanso me iba bien, porque yo estaba para el arrastre. Tenía
dolores en todos los sitios. La espalda no aguantaba más, mi culo estaba
destrozado, por la falta de costumbre (2 meses parado se notan mucho). Creo que
esta es mi tercera salida después de la lesión del brazo. No me sentía ni el
pene. Se me dormía constantemente. Aquí ni sillín antiprostático ni leches. La
sangre no quería pasar por allí. Me había quedado vacío, y aquellas barritas
del mercadona, que son pequeñas, parecían tapitas para canarios y gorriones. No
había forma de recuperar. Y no sentía ese glucógeno por ningún lado.
Pasado el mirador comenzaría el tramo final, una parte que
se hace durísima. Tan dura como intentar comer 20 polvorones después de un
resacón del carajo. Vamos que no eres capaz de pasar nada por la garganta. Pues
esta es la sensación que tiene uno ante los últimos 6 kilómetros de ascenso
hasta el pico, que por cierto son de carretera.
Aquí la rampa más pequeña sería del 10% y gracias! Buff,
menudo infierno. Yo nunca había sufrido tanto por culpa de una bajada de
glucógeno. Mi corazón estaba perfecto, eran las piernas que no tenían fuerza
para moverse y por eso tuve que utilizar la calculadora por primera vez en mi
vida si quería llegar vivo a la meta. Administraba cada gota del azúcar que
quedaba en mis venas rezando para que el grifo se abriera en cualquier momento.
Aquí Frenando, Karlos y Joan iban en cabeza y yo por detrás
sin poder seguir su ritmo, aunque las pulsaciones no eran problema, porque realmente
lo que me pasaba es que no tenía fuerzas para mover las piernas y por eso el
pulso no se aceleraba, simplemente era cuestión de pedalear y no perderlos de
vista, con la esperanza de recuperar al final y cazarlos. En medio de la subida
hubo otro parón para reagrupar.
Creo que es el día que más dolor he sentido en
espalda y culo. No sé vosotros, pero yo parecía un anciano después de una
sesión de discoteca en “la Paloma“.
Y después de este parón, al comenzar otra vez, creo que Zezu
se unió al grupo de cabeza de Frenando, Karlos y Joan para ir un rato con
ellos. Yo a lo mío, seguir aguantando la tormenta, y conformarme con poder
verlos y que no desaparecieran. Zezu aguanto lo que pudo, pero luego le di
caza. Estuve un rato con él y al final él paró, supongo que para no morir allí mismo,
porque si aquello fuera una película se llamaría: “Pedalea o revienta!”
Alucinaba con Karlos, viéndolo allí con los máquinas Joan y
Frenando. Menudo jugo le está sacando a la flaca, como se notan esos kilómetros
que se come entre semana. Buff que envidia!
Las marcas en el suelo te recordaban que siempre quedaban
metros por recorrer, que tortura! La cara buena de la historia, es que al menos
el paisaje es hermoso, un cielo limpio como una mañana de primavera.
De pronto nos encontramos ante los últimos 3 kilómetros. Y
aquí amigos míos, mi puto grifo del glucógeno decidió abrirse y darme una
alegría. Noté como por mis venas circulaba el oro líquido que me serviría para
resurgir de mis cenizas y desplegar las alas. Ahora pude sentir lo mismo que
HE-MAN cuando alzaba su espada y gritaba aquella famosa frase “Yo tengo el
poder!”. Pude enlazar con la cabeza y mantener el ritmo. Qué bonito era estar allí
con los máquinas del día. Los 4 afortunados nos dirigíamos a coronar la colina.
Era el todo o nada. Una dulce victoria o una amarga derrota. El honor de los
panZetas estaba en juego y tocaba marcar a fuego nuestro nombre en aquella
cúspide.
Yo parecía un parapléjico al que las piernas volvían a
funcionarle. Algo divino me dijo, levántate de la silla y camina. Y así fue,
seguí moviendo las piernas y pude estar con Frenando. A este punto Joan ya se
había descolgado, y Karlos comenzaba a sufrir. Así estuvimos un rato hasta que
Karlos perdió terreno y quedamos Frenando y yo solos ante el peligro. Y en
cuanto vimos el final de la meta, le miré y no hizo falta articular palabra
para que él supiera que le pedía a gritos que acabáramos aquella batalla con un
sprint final, pero no quiso y entonces decidí coger su mano y levantarla para
gritar de alegría junto a él.
Sííííííííííííí! Fue una explosión de júbilo la que nos
embargó a los 2. Similar al momento en el que ves parir a tu hijo y respiras
aliviado cuando comienza a llorar y sabes que todo ha ido bien.
Y espontáneamente decido acelerar y esprinto solo hasta la
antena. Donde curiosamente estaba el biker Paco de “Els cabres de Montnegre”. Comienzo
a hablar con él y entonces ya llega Frenando. Paco nos advierte de cual era realmente el
punto más alto del Turó de l’home y entonces decidimos que luego iríamos hasta allí junto a él.
Luego vino Karlos y más tarde Joan. Ambos máquinas del día,
porque Frenando lo es siempre, joder con los años que nos saca y es el mejor!
Encima dice que no entrena. Vaya genética!
Juntos choqué las manos con Karlos y Joan para compartir la
felicidad de lograr el objetivo. Llegar hasta allí es fantástico. Os lo aseguro
a todo aquel que no lo haya probado. Yo pienso repetir, aunque tenga el
recuerdo del sufrimiento.
Pero de todo se aprende y pienso poner los 5 sentidos en la
alimentación la próxima vez, para que no me ocurra lo mismo. A partir de ahora en
rutas especiales llevaré geles de glucógeno.
Después de disfrutar un rato de las vistas increíbles,
Frenando y Paco van camino de la cima más alta y dan la vuelta para bajar por carretera y tomar un camino de montaña que da a la izquierda, ancho pero muy cabrón. Parecía
un campo de minas de la segunda guerra mundial. Había más piedras que espacio
posible para pasar. Nos lanzamos posteriormente Karlos, Joan y yo. Y dándolo todo,
conseguí llegar hasta una caseta que hay al final sin poner pie a tierra. Madre
mía el esfuerzo titánico que tuve que hacer aquí, porque para hacer un 0 pies, le
di al nitro varias veces y ahí creo que gasté todo lo que me quedaba de energía
en el organismo. Pero valió la pena por la satisfacción final.
Karlos comenta que tuvo que poner pie a tierra 1 vez. Pero
al reanudar el resto lo hizo perfecto también. Bravo Karlos!
Una vez arriba vimos que DH ya estaba, el muy cabrón tomó un
atajo. Se nota que no era la primera vez que iba. Y allí esperamos al resto de
la peña para disfrutar de las vistas, comer e inmortalizar el momento.
Luego bajamos a la carretera otra vez y allí Joan dio unas
clases de estiramientos. Allí estaba Zezu tumbado al sol intentando
recuperarse. Y Frenando a cuatro patas haciendo cosas muy raras, jejeje. Jua
y Ramón lo miraban con cara extraña.
Después de eso decidimos volver por montaña, por la Fageda
Gran (creo) y comenzamos un descenso lleno de piedras que obligaban a la bici a
cruzarse, en cuanto ibas con un poco de velocidad. Aquí llegamos a un punto
crítico, y sólo vi al máquina de Jorge pasarlo junto a Jua, que también se
atrevió. Era un escalón, que tenía un paso muy estrecho y una piedra en forma
de punta asomando. Yo desde que me jodí el brazo cuando veo a tantos bajándose,
incluyendo a DH, prefiero ser el más cobarde de los vivos que el más valiente
del cementerio. Cuando no lo veo, no lo veo.
Pasado este punto seguimos colina abajo, es una bajada
anchita y pedregosa, que de pronto se transformó en un infierno blanco. Había
nieve por todos los lados, sólo quedaba un hueco a la izquierda, que estaba
cubierto por ojerizas y piedras escondidas. Vamos que no había escapatoria.
Había tramos con menos nieve pero no exentos de peligro. Y de
repente escucho a DH: “vamos!” Entonces
se activó mi neurona del peligro y me lancé a lo loco sin pensar que lo fácil
era caerse. Pasé a DH y Jorge rápidamente y luego vino una placa de hielo que
me dejó mudo por un momento. Casi doy vueltas de campana pero salvé el momento
crítico.
Luego demasiados trozos nevados que hacían casi
impracticable el descenso. En muchas zonas tocaba caminar. Suerte que compré
los mismos calcetines que Frenando y no se me mojaron los pies a pesar de
llevar calzado de verano.
Así estuvimos casi 1 hora para pasar unos 6km de descenso. Y
por culpa de esto el tiempo fue en nuestra contra y se decidió volver lo que
quedaba por carretera. Donde por primera vez vi a Ramón soltarse la melena en
un descenso. Cómo bajaba el tío! Parecía poseído por el diablo! Jejeje.
Aquí devoramos km como lo hacía Treki con las galletas.
A destacar he de decir que por primera vez en mi vida sufrí una
rampa. Fue en los isquiotibiales de la pierna izquierda. Buff, qué dolor más
intenso. Como una mordedura de un perro. No sabía si estirar la pierna o
encogerla. Gracias chicos por aguantarme para no caerme de la bici. También
agoté los 2 litros de agua. Por eso recomiendo llenar el máximo de líquido
posible al que quiera hacer esta ruta. Yo la próxima lleno los 3 litros del
camelback.
En el bar de la estación repostamos líquidos y luego ya nos
dirigimos a Mollet y cada uno a su casa.
Conclusión final: Ruta durísima por la subida constante. Hay
que comer bien y llevar el máximo de agua posible. Y luego paciencia, mucha
paciencia que la satisfacción de la coronación es espectacular. También decir,
que la próxima vez yo bajo por montaña como sea!
Un saludo a todos cabrones, os espero en la próxima salida,
espero que hayáis aguantado mi lírica, tan dura como la salida.
Los valientes fueron:
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Frenando |
Karlos |
Rambo |
Joan |
Zezu |
DH |
Jorge |
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Jua |
Ramon |
Troquel |
Paraca |